El café no es solo una bebida, es casi un pacto social. No importa dónde estés, seguro que alguien te ha dicho “vamos a tomar un café” como excusa para todo: para despertarte, para ponerte al día, para hacer negocios o incluso para huir de reuniones interminables. Y claro, con tanta popularidad, la ciencia no ha podido resistirse a meter el bisturí y analizar hasta la última gota de esta maravilla negra.
¿Las conclusiones? Pues resulta que el café tiene múltiples beneficios. Nos mantiene alerta, nos da un empujón de energía y hasta parece tener beneficios para el corazón y el cerebro.
Pero (siempre hay un “pero”), no todo el mundo lo tolera igual. Para algunos es el mejor aliado, para otros un boleto directo a un festival de ansiedad y taquicardias.
Voy a contártelo todo: lo bueno, lo malo y lo que nadie te dice sobre esa bebida tan pupular.
¿Cuáles son los principales beneficios del café?
No te va a preguntar qué hiciste anoche, no te juzga por tus malas decisiones y, lo mejor, siempre está cuando lo necesitas.
El café es ese colega leal que te despierta sin preguntas y te devuelve la dignidad después de una noche (o vida) de pocas horas de sueño.
Pero, ¿qué tiene de especial esta bebida mágica?
Básicamente, es un cóctel químico con más de mil compuestos, entre ellos, la estrella indiscutible: LA CAFEÍNA. Esa molécula que nos mantiene en pie cuando la voluntad ya ha fallado.
Sí, tiene antioxidantes y otras cosas buenas para la salud, hablemos claro… lo que nos importa es que nos resucita mejor que cualquier motivador de Instagram.
Café: 1 – Cansancio: 0
¿Cómo lo hace? Hackeando tu cerebro. La cafeína engaña a una molécula llamada adenosina, esa que te dice «basta, vete a dormir». Pero la cafeína se infiltra, ocupa su sitio y evita que el mensaje llegue.
¿Resultado? Sigues funcionando como si nada, aunque deberías estar horizontal desde hace horas.
Café y deporte: el pre-entreno que ya tienes en casa
Si creías que el café solo servía para despertarte, resulta que también puede hacer que aguantes más en el gym sin sentir que te mueres en el intento.
No, no te va a convertir en Hulk ni a hacer que levantes más peso, pero sí te ayuda a durar más sin notar tanto el cansancio. ¿Cómo?
Activando la adrenalina, esa hormona que pone a tu cuerpo en modo «vamos, que sí puedes», usando la grasa como combustible en vez de dejarte tirado en mitad de la rutina.
Además, la cafeína juega sucio con tu cerebro y le hace creer que el esfuerzo no es tan terrible. Menos dolor, más resistencia y, de paso, respirar mejor porque también ayuda a abrir los bronquios.
¿Conclusión? Más aguante, menos sufrimiento y cero excusas para saltarte el entreno (mejorando el rendimiento deportivo). Así que ya sabes, tómate un café y a darle.
El café hace más por ti de lo que crees (y sin pedir nada a cambio)
Además de mantenerte despierto y evitar que le contestes de mala manera a tus compañeros de trabajo, también tiene otros beneficios bastante interesantes.
Quema calorías sin que tengas que esforzarte demasiado
No, no sustituye al gimnasio (ojalá), pero acelera el metabolismo lo suficiente como para que tu cuerpo gaste más energía sin que te des cuenta. Algo es algo.
Menos papeletas para la diabetes tipo 2
Beber café con regularidad puede reducir hasta en un 50% el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Y aquí viene lo mejor: el descafeinado también funciona, así que no es solo la cafeína, sino el combo de antioxidantes que lleva dentro.
Tu corazón no tiene nada en contra del café
Durante años nos hicieron creer que el café y el corazón no se llevaban bien. Pues resulta que era un bulo. Tomarlo con moderación puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y mejorar la circulación. Así que sí, puedes seguir disfrutándolo sin sentirte culpable.
El hígado también se apunta al equipo del café
Si alguna vez le has dado más trabajo del que debería (hola, resacas), el café puede ser un buen aliado. Se ha visto que ayuda a reducir la inflamación del hígado, prevenir la cirrosis y hasta mejorar el tratamiento de la hepatitis C. Un pequeño agradecimiento para ese órgano que lo aguanta todo.
Podría ayudar a que tu cerebro se mantenga en forma
Tomar café regularmente podría reducir el riesgo de Alzheimer y Parkinson. Parece que algunos de sus compuestos ayudan a que las neuronas no se vayan de vacaciones antes de tiempo. No es un escudo indestructible, pero mejor tenerlo de tu lado.
Retrasa el envejecimiento (sin cremas caras ni promesas falsas)
El café está cargado de antioxidantes, sobre todo si es un café de especialidad como este o este, esos que ayudan a frenar el desgaste de las células y, de paso, a que tu piel aguante mejor el paso del tiempo. No te va a hacer parecer diez años más joven, pero algo ayuda.
Podría reducir el riesgo de cáncer (y eso ya es decir mucho)
Algunos estudios sugieren que el café puede disminuir las probabilidades de desarrollar cáncer de hígado, colon y mama. Al parecer, ciertos compuestos interfieren en el crecimiento de las células malas. No es un remedio milagroso, pero todo suma.
Así que la próxima vez que alguien te diga que tomas demasiado café, ya tienes un arsenal de razones para no hacerle caso. Y si vas a beberlo todos los días, al menos que sea un buen café.
Inconvenientes: El café también tiene su lado oscuro (y no, no es el tueste)
Sí, hemos hablado maravillas del café, y sí, sigue siendo un gran aliado en la vida diaria.
Pero como todo lo bueno, si te pasas, empiezan los problemas. Así que antes de pedirte ese quinto café del día, mejor échale un ojo a esto.
Cuando el café deja de ser un aliado
El exceso de cafeína no es ninguna broma. A partir de cierta cantidad (600-750 mg al día, por si te da por contar), el cuerpo entra en un estado llamado cafeísmo, nombre bonito para decir que tu sistema está en modo hiperactivo y fuera de control. Los síntomas van desde insomnio, ansiedad y temblores hasta arritmias y problemas digestivos.
En casos extremos, incluso podría ser peligroso.
El insomnio de los cafeteros empedernidos
Si te tomas un café a última hora del día y luego te pasas la noche contando ovejas con los ojos como platos, ya sabes de qué hablamos.
La cafeína es un estimulante, y abusar de ella puede hacer que tu cerebro se niegue a desconectar cuando más lo necesitas.
Ese temblor de manos no es normal
Beber demasiado café puede hacer que tu cuerpo actúe como si hubieras tomado cuatro litros de refresco energético. Temblores, ansiedad y hasta ataques de pánico en los casos más extremos.
Si notas que te tiemblan las manos cuando escribes en el teclado, quizá sea hora de bajar un poco la dosis.
Deshidratación (sí, aunque sea líquido)
El café tiene un efecto diurético, lo que significa que te hace perder líquidos. Si te pasas con las tazas y no compensas con agua, podrías terminar más seco que un desierto.
La dependencia real (y su venganza en forma de abstinencia)
Si no puedes empezar el día sin café porque sin él eres una sombra de ti mismo, es posible que ya estés en el equipo de los que dependen demasiado de la cafeína.
Y si decides dejarlo de golpe, prepárate para un par de días de dolores de cabeza, irritabilidad y un estado general de «no me hables hasta el miércoles».
No es el mejor amigo del estómago
El café es ácido e irritante, así que si tienes gastritis, úlceras o un estómago que se queja con facilidad, beberlo sin comer nada puede hacer que te arrepientas rápidamente.
Problemas con la fertilidad y el embarazo
Si estás intentando quedarte embarazada o ya lo estás, cuidado con el exceso de café. Se ha visto que demasiada cafeína puede afectar la fertilidad y también al desarrollo del bebé.
Lo mismo ocurre durante la lactancia: todo lo que consumes llega al recién nacido, y un bebé con insomnio por cafeína no es precisamente un buen plan.
¿Huesos frágiles? Quizás deberías bajar la dosis
El café interfiere en la absorción del calcio, lo que puede ser un problema si tienes riesgo de osteoporosis. También dificulta la absorción del hierro, así que si necesitas suplementarlo, mejor consulta antes de tomarte ese espresso extra.
¿La solución? Café con cabeza
Como ves, la mayoría de los problemas vienen de abusar de la cafeína, no del café en sí.
Si eres sensible a sus efectos pero no quieres renunciar a él, el descafeinado sigue siendo una gran opción, porque mantiene casi todos sus beneficios sin ponerte en modo hiperactivo.
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